jueves, 1 de abril de 2010

la UNAM en el contexto globalizador

La UNAM en el contexto globalizador

Por: Janeth Gabriela Jiménez Aquino
En el periodo de Carlos Salinas de Gortari se le abren las puertas de par en par a la globalización, un fenómeno que transformaría la vida política, económica, social y cultural de todos los seres humanos.

Dentro de las tendencias globalizadoras se establece que el estado es incapaz de seguir sosteniendo el gasto público, por lo que se plantea que la iniciativa privada debe hacerse cargo de algunas empresas hasta ese entonces administradas por este, derivado de tal consideración comienza un proceso de subastas de una de las grandes empresas del país TELMEX.

En materia educativa, se considera a esta como una factor importante para el desarrollo del país. Se acepta la intromisión de la iniciativa privada, asumiendo como doctrina el libre comercio y la globalización como eje de las grandes transformaciones.

Así, se observa dentro de este sexenio una cantidad importante de decisiones que marcarían la pauta para la modernización del país. En la materia educativa se elabora el programa para la modernización de la educación básica 1992, la reforma del artículo 3 y la ley general de educación en 1993.

Se acuñan términos como competitividad y calidad educativa, lo que manifiesta un sistema evaluativo que dará respaldo a los planes y programas de estudio, así como, a los docentes y alumnos que integran el espacio escolar. Se da gran preferencia a la ciencia y la tecnología.

De esta forma, se hacen importante organismos como CONACYT que se encargara del financiamiento para la realización de proyectos de investigación y el reconocimiento de excelencia; así como, en CENEVAL que evalúa el padrón de licenciaturas y universidades de excelencia para la incorporación rápida y eficaz de los egresados al mercado laboral.

Todo lo anterior, por el cambio de enfoque con que se le había visto a la educación, a partir de este momento esta deja de ser un derecho para convertirse en una mercancía, subordinada a las exigencias internacionales.

Para el sexenio de Ernesto Zedillo y su Programa de Desarrollo Educativo, la situación planteada durante el salinismo sigue la misma ruta. Las carreras priorizadas son las ingenierías, la química, las biomédicas y aquellas que aporten productos de investigación.

Continuando su participación organismos externos como el CONACYT, SEP, AIC, encomendada la aplicación de exámenes de egreso e ingreso al CENEVAL, COMIPENS.

Cobra auge la cultura de la evaluación e inicia una era representada por Miguel Ángel Cornejo, conocida como la era de los emprendedores, donde se maneja la posibilidad de no esperar un empleo sino generarlo. Lo que tornará a un pragmatismo, donde todas las acciones se encaminan a la sujeción del mercado. Una nueva moral que desbordará en un darwinismo social, donde el más fuerte es el que sobrevive.

La competitividad perseguida por los fundamentos del desarrollo educativo se contraponen a su vez que intenta promover una solidaridad humana, mientras que su principal objetivo es volver exitosos a los hombres y mujeres a costa que lo que sea.

En la gestión de Zedillo crece la matricula de las escuelas privadas, se les da prioridad a los Técnicos Superiores Universitarios, prestándole oídos de ese modo a los intereses de las grandes potencias y la gente que controla la economía.

El 13 de noviembre de 1997 se publica el proyecto de plan de desarrollo 1997-2000 del entonces rector de la UNAM, Francisco Barnés de Castro, que entre su primera falla se encuentra la indiferencia a crearlo a partir de un diagnóstico, antes bien defiende los intereses de los sectores dominantes y de la burocracia político-estatal. Ubicando su propuesta en el contexto mundial, las perspectivas para el próximo milenio y los retos que la UNAM enfrenta, se realizan acciones que subyacen en las exigencias internacionales y la adaptación a grandes cambios en las relaciones comerciales, en la estructura productiva y de servicios, las formas de gobierno y las tradiciones culturales.

Así también, debido al cambio vertiginoso en los medios de comunicación, se pretende que los egresados sean capaces de manejar grandes cantidades de información de manera oportuna e inteligente.

Medidas que dejan a un lado los problemas históricos del país como el desempleo, la pobreza y la desigualdad social, que lejos de disminuir van creciendo al margen de la riqueza de los empresarios. Por su parte, se desarrolla el programa de mejoramiento del profesorado de las IES que pretende crear un sistema de formación de personal académico, que pretende organizar programas de actualización teórica y didáctico-pedagógica. Ahora bien, todo se supedita al proceso cuantitativo y la educación se resume en términos de costo y beneficio.

En plano universitario, es notoria la pretensión de destruir la imagen de la UNAM. Así pues tenemos como referencia la desacreditación de estudiantes durante la huelga sostenida como resultado del incremento de cuotas, misma que termina el 6 de febrero del 2000 cuando la policía federal preventiva entra a las instalaciones de la facultad de filosofía y letras y aprehende a los estudiantes ahí refugiados.

Como tendencia neoliberal, la desigualdad se hace presente en la matricula de las instituciones educativas, siguiendo la línea del que “llama paga”, es decir, que puede pagar educación, que ya no es un derecho sino un privilegio, es el que tiene acceso a esta.

La reducción de presupuesto provoca cambios y la toma de decisiones trascedentes en la universidad tales como:

a) Ahorrar y racionalizar los gastos.

b) Aprovechar más eficazmente el financiamiento nacional e internacional para la investigación.

c) Multiplicar convenios con instituciones públicas y privadas para desarrollar trabajos de interés común.

d) Establecer nuevas formas de vinculación con la sociedad buscando su apoyo y colaboración.

e) Fortalecer la campaña financiera UNAMOS esfuerzos.

Ahora bien, la evaluación del proceso educativo contempla el modelo de competencias, donde no solo el conocimiento es origen y resultado de este, sino que también deben estimularse habilidades y destrezas, valores conductuales. Para tal efecto, se profundiza el conocimiento de las matemáticas, el manejo e lenguajes, el civismo y la ética. Es destacable la pretensión del autoaprendizaje y el propósito de internacionalizar el currículo.

Todo lo anterior, como ya se había planteado con anterioridad, sigue una línea neocolonial impuesta por los poderosos y deja de lado las necesidades de las clases populares que irónicamente son mayoría.

REFERENCIA:

 Amparo Ruíz del Castillo. Educación Superior y globalización. Plaza y Valdés Editores.

CARTA DE UN ALUMNO A SU MAESTRO